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Despiertan los colores.

Arriesgados Lectores...

12 marzo 2014

Marcas

  
   Desde  la memoria de mi recuerdo los olores siempre me han afectado, los aromas más que ninguna otra cosa. Hasta tal punto llega el afinamiento de mi pituitaria que estimula de manera convulsa  mi intelecto, intuición y mis instintos más básicos.
    La atracción olorosa que me provocaba aquel hombre de aspecto recio y esquivo  era irracional y espontánea. El olor de aquellas gotas de sudor desertando  a paso ligero pero firme por  su  frente llegaron  a mi nariz como machetes afilados a una pieza de carne virgen y mi piel fue sacudida como una alfombra levantando un polvo inesperado.
   El azote de su aliento en mi boca produjeron  arcadas placenteras que hicieron atornillar mi lengua a la suya buscando una bisagra en su cuerpo para no caer. Sus manos grandes y abruptas desprendían olor  a brea y barniz con las cuales pincelaba mis pechos en formas de círculos infinitos, los mismos con los que  mi cabeza jugaba.
   Me inclinó sobre la máquina cepilladora a la que me aferre fuertemente para no perder la compostura, intuí la puesta en marcha del  taladro  y  entre aquel tufo  a disolventes  y colas creamos el  aroma más natural.
   Cada tarde  regreso  a su carpintería para embotellar una pequeña dosis  de nuestro perfume al que hemos denominado “Marca Blanca”.

Glosagon.