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Despiertan los colores.

Arriesgados Lectores...

29 mayo 2012

Las esperas

  
 Dicen que el oficio de vivir te lo enseña la vida misma, vive intensamente aunque puedas salir herid@ es la única forma de vivir la vida plenamente, por tanto siempre es  el momento, sin esperas. El tiempo vuela, no dejes para otro momento lo que quieras hacer, lo que quieras decir, ese momento puede estar lejos o no llegar. No guardes nada para una ocasión especial, cada día que vives es especial.
    La vida no es esperar a que pase la tormenta es  aprender a bailar bajo la lluvia. Es ese conjunto de experiencias para gozar no para sobrevivir. Aquellos que conocen sus miedos son los que terminan por superarlos permitiéndose vivir intensamente cada momento de la vida antes de  que baje el telón y termine su obra sin aplausos.
   La vida no se mide por el número de respiraciones que hagamos sino por los momentos que nos quitan el aliento. No dejes que te quiten el ánimo porque hasta una patada en el culo es un empujón hacia adelante.            ¡VIVE!.
Dicho de forma más clara y con acento canario. Merece la pena verlo.
http://youtu.be/mB4ItrJIdig
Glosagon

23 mayo 2012

Fluidez vital

El agua tibia que envuelve mi cuerpo  me reconforta y el perfume de las sales penetra en mi interior hasta el punto central de mi cuerpo, aquel que asumirá el  protagonismo absoluto en la obra de hoy. Nuestro papel será meramente secundario donde nuestro único anhelo será lograr el éxito.
   Lo hemos planeado todo. Ésta nos pareció la mejor opción, la más coital y personal, en nuestra casa, en nuestra cama, sin terceras personas  invadiendo nuestra intimidad en medio de un habitáculo insulso y desangelado.  ¡Esta será nuestra noche!
   Él  entra en el baño y las ruedas de su silla chocan contra la bañera, me besa lascivamente e introduce sus manos en el agua, una explora mis pechos y la otra emigra hacia mi entrepierna. Cierro mis ojos y dejo que sus dedos me afinen. Solo quiero que sus manos de solista compongan una sinfonía sensual y sugestiva con mi cuerpo. Como el placer va “in crescendo” abandono la bañera y le miro, las gotas de líquido transparente y pompas volátiles de jabón le indican hacia dónde voy. En la habitación, la oscuridad solo  se quiebra por las llamas trémulas de las velas, me siento en la cama y él permanece  en su silla, nuestras manos comienzan una danza de búsqueda desesperada, de ansia irrefrenable, sin pudor, con amor. Tal  despliegue pasional provoca una erupción  natural embriagada de simiente. Aquel maná abigarrado de actividad es depositado en una desierta placa de Petri  plástica y estéril al igual que la jeringa. La introduce en mi vagina transfiriendo en mí toda su ternura y deseo,  su mirada enardecida me provoca el orgasmo.
   El líquido fecundador es absorbido de manera natural por mi cuerpo sediento, el viaje de entrada es cálido y sin paradas, una vez llegado a su destino reposa plácidamente esperando su desenlace. Le cojo las manos y engarzadas con las mías las deposito sobre mi vientre y abrigamos de manera protectora la esperanza de que aquello sea la continuación de algo hermoso.
Glosagon.

15 mayo 2012

Tintineos

Aquella bandeja de borde dorado y con enormes flores de colores  que invitaban a la esperanza viajaba diariamente, y muchas veces, por el iluminado pasillo que unía la cocina con la estancia  donde se albergaba y custodiaba a la  flor más frágil y querida.
   Su murmullo afligido y pesaroso se sentía por toda la casa porque nunca era vacío y solitario, siempre peregrinaba escoltado por algún camarada. Algunas veces  por la colisión histérica de botes de fármacos que aliviarían el dolor, otras por el tintineo suave de una cucharilla repicando en la taza de caldo caliente que mitigaría los escalofríos y otras por el rechinar de los platos entre sí que casi siempre retornaban intactos a su origen.
   Aquella banda sonora de porcelana y cristal se quebraron junto a ella una calurosa mañana de agosto.
   Quizás por eso odie comer en la cama.


Glosagon.

09 mayo 2012

Despertar

   Aquella oscuridad absoluta me lamió los ojos. Mi campo visual es mínimo y aunque intento poner en práctica toda mi agudeza visual no soy capaz de adivinar un color o una forma. Lo que mis ojos no perciben lo intento compensar con el resto de mi abanico sensorial como si fuese un invidente casual.
   Estoy tumbado sobre una superficie plana, compacta y rígida. Mis brazos penden de los hombros como péndulos de reloj dañado, mi cuerpo compungido y convulso se  derrite en sudor. El frío se hace doloroso por su intensidad, intento incorporarme y adivinar dónde  me encuentro y cómo he llegado hasta aquí. Al apoyar las palmas de mis manos siento que éstas se deslizan inseguras y caigo de nuevo sobre mi maltrecha espalda. Me quedo inmóvil sintiendo la contracción de los músculos.
   El silencio reinante me acerca el canto de unos jilgueros juguetones, el sonoro croar de unas  ranas y el cacareo ponedor de unas cumplidoras gallinas. Hacía siglos que no escuchaba aquellos sonidos, tan comunes en mi infancia, y que por algún motivo incierto deje que se perdieran en algún recodo de mi “triunfante y ocupada vida”.
   El perfume a heno recién segado me hace girar la cabeza  e inspirar su olor a bocanadas desmesuradas que agitan mis pulmones  violentamente acompañados por el  maltrecho corazón. Recuerdo las siegas junto al abuelo, aquel hombre benevolente y cariñoso que adoptó el papel de padre cuando, el verdadero, desapareció entre las olas de una mala mar, la misma que ahora me salpica los ojos haciendo que se despeñen por mi cara, hasta mis labios secos y agrietados, devolviéndole a mi boca  aquel sabor salado que identifica a las lágrimas.
   Cuando entreabrí mis ojos conscientes  y una voz extraña me informó que había sufrido un infarto severo y que tenía otra oportunidad para inaugurar mi vida, supe que aquel  despertar inconsciente cambiaría para siempre mi rumbo.
Glosagon.

01 mayo 2012

Esa voz

Su primera toma de contacto con ella fue el día de su cumpleaños. Al principio estuvo reticente y obtuso, ¿cómo se atrevía a usurpar su espacio sagrado de cuatro ruedas sin él solicitarlo?
   A medida que iban pasando los días se acostumbró a su presencia que irradiaba luminosidad, pero sobre todo, lo que más le gustaba de ella era su voz.
 La voz de “Esmeralda” tenía matices sobrios e imperturbables, aunque un poco jodelones también.

   Como en cualquier relación que se precie no lograron evitar las broncas, a veces varias en el mismo día, sobre todo cuando ella se empeñaba en darle clases de conducción, eso le ponía de muy mal humor, o cuando lo que ella proponía significaba dar un rodeo innecesario para llegar a su destino, entonces hacía acto de presencia el energúmeno que todos llevamos dentro mientras conducimos y le gritaba -¡cállate de una vez, tía pesada! y “Esmeralda” languidecía por un “off” brusco y cortante.
   Poco duraba su silencio porque en cuanto llegaba a una encrucijada de caminos la echaba de menos y la perdonaba acariciando de nuevo el “on” y ella le contestaba con cierto retintín…
–Recalculando el recorrido-.

Glosagon.